3 de mayo de 2010

de una chispita de esos ojos verdes
nació algo así como una amistad, que parecía grande y duradera.
Los ojos de ella, chiquitillos, y achinados cada vez que le veía, marrones y verdes a la vez
era esa extrañeza lo que le gustaba tanto de ella, creía eso.
Lo bonito del asunto es que... no sabían que sentian, simplemente lo hacían.
No querían aprender, quizá por eso, y por más cosas, el amor y la amistad que les unía y destilaban era tan grande que nada lo rompía.

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