25 de enero de 2010

-Mirame.
-¿Qué quieres? -no puede ocultar una sonrisilla al mirarla a los ojos.
-Pit, te quiero.
-Yo más que eso, pequeña.

24 de enero de 2010

Miraditas indiscretas.

Primero él y ella aparta la mirada, luego ella y él gira la cabeza. Se pasan así todo el trayecto hasta clase, es raro para la gente que pasa a su lado, no hablan van en silencio inmersos en sus pensamientos. Ella decide hablar.
-¿Por qué nunca decimos nada? -Adrienne miró a Pit, enarcando una ceja.
-Estoy demasiado encerrado en ti como para hablar.

22 de enero de 2010

Amorcitos de verano trasladados al invierno.

Pit se acercó hasta ella, la miró bien. Le gustaba su culo, recorrió sus piernas con la mirada hasta llegar a la pequeña lagartija tatuada en su tobillo. No se atrevia a decirla nada, la había cagado ¡Anda, si la había cagado!
Adrienne hablaba por teléfono con alguien, él supuso que serian sus padres. El verano había sido muy largo, se habían enamorado más verse, la presencia del novio de Adrienne, en su ciudad, no impidió que llenara su corazoncito con los ojos verdeazulados de Pit.
-Lo siento Alec, pero yo le quiero a él.
Hablaba con su novio, lo estaba dejando por él. Colgó y se secó las lágrimas que acababan de nacer de sus ojitos. Fue hacia a ella despacio y la abrazó por la cintura.
-No llores... -susurró- soy un capullo.
-No lo eres.
-Lo piensan todos.
-No, yo no.
Sonriendo, se besaron.

21 de enero de 2010

Zumos de melón con gotitas de limón.

Un olor a limón entró en su nariz hasta su corazoncito. Quizá Adriananecesitaba unas gotitas amargas y Alec un poquito de zumo de melón, dulce.Una miraditahizo que todo comenzara ¡Qué bonito fue!

19 de enero de 2010

Un caramelito con sabor a amistad.

Pequeñitas, si. Aunque tuvieran treinta años siempre serían aquellas de quince y dieciseis que jugaban a vivir la que, ahora más que antes, nunca fue su vida.  Vivian en un ático en el centro de Londres, un buen trabajo en un bufete de abogados mantenía los caprichitos de An, Mel solía decirla que era una caprichosa que lo quería todo. Ella la respondía: 'Si, si, caprichosa pero cuando te traigo regalitos no dices eso'. Y se reían, y lloraban -siempre de risa-, recordando viejas batallitas, como las ancianas, pero estas eran jovenes.
-Mel, dile a tu novio que me deje -An hablaba entre carcajadas, mientras Luke la hacía cosquillas.
Pero él seguía con lo mismo.
-Mel -An, entró en su habitación una de esas noches que estaban solas en casa, ella estaba triste, la acababan de llamar, su abuelo no lo estaba pasando muy bien.
-Pequeña, ven aquí -la abrazó- ¿quieres un caramelito? -abrió una pequeña cajita que tenía en la mesilla y, aunque fuera un simple caramelo, a la pequeña le supo a amistad.

17 de enero de 2010


A veces es jodidamente dificil volver a ser la misma persona que eras antes, con empeño, quizá, llegues a ello, pero si ni lo intentas... Nunca volvera a ser igual.

12 de enero de 2010

Simplemente.. él.

-¿No puedes estar mal conmigo? -enarca una ceja mirándome de una forma rara.
-No, no puedo. Pero aun no sé el por qué.
-Me quieres.
-Sólo a ratos -le doy la espalda, sonriéndome a mi misma, me gusta picarle.
-¿Sólo? -me abraza despacito por la cintura, me besa la mejilla- Anne, me quieres siempre.
-No, Soiz. Solo cuando me provocas o me mimas.
-¿En ningún momento más? -Empiezo a pensar, en realidad le quiero a todas horas, se ha convertido en alguien muy importante al que añoro en cuanto paso unas horas sin él.
-Siempre -me besa la mejilla.
-Te quiero -me susurra al oido.

8 de enero de 2010

Quererte siempre.

-¿Me quieres?
-Siempre lo he hecho.
Vivimos de recuerdos, de mentiras, de ilusiones, de amor, de sufrimiento... vivimos sin vivir, sin disfrutar por miedo a los demás, a que no te quieran, a que te odien, a que te insulten, te miren o simplemente a que no lo hagan. No sabemos lo que perdemos por mirar siempre lo que hacen los demás antes de dar nosotros mismos el paso.

Paso tras paso voy llegando a la estación, despacito. Me quedo sentada mirando el lugar, millones de personas que van de un lado a otro, unos hacen trasbordo, otro bajan, algunos suben, cambian de vagón... Aguanto sin entrar al tren, cuando la estación está vacia por fin, fijo la mirada en un sitio en concreto. Sé perfectamente porqué, y brotan sin querer millones de recuerdos, abrazos, besos, sonrisas, caras raras, miradas de complicidad, carcajadas... pero el más bonito de los recuerdos, el primero, se queda fijo en mi mente.

Ando despacio por el anden, mirando lado a lado y observando a la gente que pasa o que se me queda mirando. Voy lenta porque el metro no llegará hasta dentro de cuatro minutos, tiempo de sobra. Derepente unas manos, frías y suaves me tapan los ojos, pego un grito sin querer. ¿Quién puede ser? Acaricio las manos, buscando una pizca de imaginación para averiguar quien es, no llega nada. Un susurro, un simple susurro me sirve para saberlo. 
-A veces, se hacen muchas gilipolleces por amor -me susurra al oido, me estremezco de subito. Me doy la vuelta y le abrazo. No sé qué decir, qué hacer o qué pensar. El tiempo lo dirá, o quizá él- te quiero.
Un beso lento, pausado, sin prisa, profundo, que dice tantísimas cosas sin mediar palabra.

Mierda, ese recuerdo duele. Una punzada en el corazón que lo va agujereando cada vez más.